La mujer en azul

03/03/2012 at 3:59 am
  La mujer en azul vuelve a mirar al público, desdeñosa y solitaria, desde su pared en el museo Reina Sofía. Después de seis meses encerrada en las silenciosas entrañas de la mayor pinacoteca de arte moderno de Madrid, ha regresado a la sala 201 todavía verde y con la mirada perdida. Las pinceladas a base de azul han retornado tan vivas como cuando Pablo Picasso lo pintó en 1901. Tan fuertes como cuando el artista abandonó a la dama en algún almacén madrileño, donde durmió durante más de 50 años.

 

VÍDEO de la obra y entrevista a los restauradores




El equipo de restauración encargado de cuidarla y mimarla reconoce ahora al genio vanguardista que se escondía tras un barniz que, con el tiempo, amarilleó y transformó la obra. “Ahora, el cuadro aparece como Picasso lo había pensado”, sostiene la gestora de proyectos del departamento de restauración, Mayte Ortega, mientras observa a la mujer y los azules que le dan nombre.

En el taller, Jorge García Gómez-Tejedor, el jefe de restauración, todavía dice más: “El cuadro estaba aplastado, encerrado”. ¿Y ahora? “Ahora está desnudo y libre”. La mujer en azul era una dama de la noche, una aristócrata de baja moral o una prostituta, según la conservadora de la colección Rosario Peiró. Pero no se confundan, la mujer continúa vestida.

Los restauradores han realizado un camino menos arduo de lo esperado y, aun así, apasionante. Han descubierto la joven pincelada del autor, que tenía 20 años.

“Cada trazo es una obra de arte en sí mismo”, opina Paloma Calopa, una de las restauradoras, que además se ha encargado del trabajo documental. Al acercarse a la obra, el ojo descubre el arte del que tanto le han hablado. Para ellos fue más fácil. José Loren y Humberto Durán realizaron una serie de 800 macrofotografías que permitieron descubrir cada uno de los detalles: la pérdida de pintura en los bordes, el roto del chal en forma de siete, los burdos repintes, las gotas de óleo que, sin querer, salpicaron la obra y se taparon en otras intervenciones. Y, por supuesto, el barniz.

Muchos pueden imaginar a los restauradores pincel en mano, retirando y rellenando grietas y blancos. La imagen real es muy diferente. La tecnología es la base de todo el proceso. Para eliminar el barniz de La mujer en azul, la química del equipo, Carmen Muro, tuvo que estudiar cada uno de los disolventes para que los restauradores pudieran eliminarlo capa por capa. “Se vierte sobre el esmalte que se hincha. Después, se procede a eliminarlo con un hisopo (una especie de palillo de algodón). Es la piel que sobra”, explica García Gómez-Tejedor. Una operación en toda regla.

Fuente: EL PAÍS marzo 2012

Publicado por Ricardo Cuya Vera, director de Arte y Cultura TV  rcuya@yahoo.es